Retomo las contemplaciones de la vida, para subsanar heridas recientes. Escribo para subsistir con dignidad: es la única forma en que me puedo apartar, realmente, de la cotidianidad y la alienación. ¡Comparte conmigo el espacio!

jueves, 17 de diciembre de 2009

Cocktail de bienvenida!

En comunión con el amante universal, he decidido aferrarme a mi soledad. Habitar en dos ecos, en la misma fosa en que me jode, en el silencio letal en que se aíslan mis gemidos y sollozos después de haber sido devorada por sus gigantescas fauces. Sí, he decido cogérmela -y que me disfrute-. Ni son ellos (los que se dicen "poetas"), ni soy yo (de la que se dice "algo") la única que la ha gozado.

Nos revolcaremos en un lésbico dolor que me invite al masoquismo, y nos destilaremos en la más desvergonzada osadía. ¡Ámame como a una puta! Y puta, que sea dicho tu nombre Soledad. Y, cuando me acostumbre (o me harte de ti) invitaré a tus amigos cercanos para hacer una orgía: le pondremos "azul" al desasosiego, de cuatro a la melancolía y "hasta la madre" a la depresión (¡Ahí sí que cambiará de nombre).

¡Y que me traigan unos tequilas o una noche bohemia para que me acompañe la cabrona! Porque es la única que ha sabido distraerme cuando todas las cartas del cataclismo están sobre la mesa. Y que esa, la que se pavonea en platos ideales, que ni se atreva a mirarme; sí, esa puta felicidad que se muera de celos por inalcanzable. ¡A tú salud!

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hombre transformador

Agradezco su abierta escucha en que se posan mis nostalgias; porque se abren a la caricia joven de una auténtica complicidad. Su paciencia disminuye los miedos al fracaso y aprueban maravillas, convicciones, en que se reconocen mis hallazgos. Es usted emprendedor de viajes inocentes, en que naufraga lentamente mi ilusión: amor escondido de hermano, ternura partícipe de toda aflicción.

Tiene esa habilidad exacta para otorgar aquello con lo que el pensamiento goza. Hoy me ha dado ejemplo inmediato: las nostalgias de un vagón sin rumbo (en que vacilan mis penurias flageladas) han sido transfiguradas en confetis y demás accesorios para bailar. Y no es por truco de una empresa definida; pues, aunque por principio se incrusta en un punto de la angustia, al siguiente se atiende una acción mágica Danzo en la fiesta creada por sus manos, en que su espíritu (real o imaginario) organiza frases adecuadas para que mi paciencia evite trastornos innecesarios.

Me ha de alegrar la vida con las danzas de una metáfora palpable, que estaba abierta y eras tú.


Es indispensable que el sueño me haga pesados los párpados, pero le dedico horas a esta insana necesidad de escribirle a su retrato. Amigo mío, transformador de emociones, torna mundos delirantes en eslabones de paz para un fin imperecedero; llega a entregarme la vida, toda exenta de desgracias. Le dedico la salud de la sexta noche de insomnio, record de 39 horas sin dormir.


" Precios elevados "


Se me hizo cara esta extraña costumbre de necesitar abrazos.
Los he preferido, desde siempre, por montones
antes, incluso, que el subsidio de la canasta básica:
son más nutritivos y constituyentes que un plato de sueños
(Tal vez, por eso, siempre más elevados)

Y aunque por un amor quimérico aprendí a cocinar substanciosamente,
también me acostumbré a comer acompañada.
Es cierto, cuando compras modos que cargan consigo las personas especiales,
siempre hay que sacrificar y cambiar del hábito personal.
Por ejemplo, no había notado el frío imperante en mi cuerpo
hasta que, claro, tú lo templaste, como un termo.
Ahora, en la calle, marcho con la conciencia de que mi mano va vacía
y noto en la frigidez mi institución,
proseguirá por la carencia de sus besos.

Tropelías


Es absolutamente necesario poder reparar mis relaciones con la soledad. Esta noche me ha jugado una trampa muy oscura, y me ha negado la almohada para reposar mi cansancio. Se ha puesto sumamente caprichosa –no era para menos- y ha decidido hacerme la semana imposible. De día a tarde me deja abierta la esperanza. Me acompaña a regañadientes a museos, palacios o casas de amistades muy cercanas; pero tan pronto se siente desplazada, un insignificativo instante, comienza a vociferar por sus tiempos, espacios y reciprocidades.

Tengo que comprenderla, está un poco sensible. Ha pasado por un período difícil: doble desprendimiento de hijos, virtudes y amante. Ya no nos quedan intérpretes para hacernos compañía, y acercarnos el mundo transformado en melodías; pero con esta obstinación menos nos tendremos a nosotros mismas.

La amo, con sinceridad, pero ha llegado al colmo de mis malestares. Hace unos días, por ejemplo, me puse a ver el futbol por la tarde, y enfadada de que no le contestara el saludo, me tiró el refresco sobre la vestimenta; desatada mi cólera, se lanzó intempestiva sobre mis caderas: seduciéndome, erotizada, desbordando su frenesí por todo el cuerpo. Sus trastornos han llegado a alterar los míos: son absolutamente incomprensibles e imperceptibles hasta que ya la situación es irremediable. Ahora me exige noches enteras para habitarla, se ha habituado demasiado a mí ¿acaso cree que soy incansable? ¿Acaso no piensa en mí, que yo también me puedo sentir vulnerable? Siempre ella, su fanático narcisismo y mi absoluta contemplación a su belleza. ¡Es irreductible esta situación! pero siempre debo de ceder ante sus designios, porque nadie más me tenderá la toalla cuando ésta se me haya olvidado, o me la acercará para secarme sudor y lágrimas. Sí, la amo con toda mi alma y con todo mi cuerpo desvalido, con toda mi sed y con todas las ansias en que vivo.

Pero eso sí, un día me voy a hartar de ella y buscaré alguien para hacerme compañía un rato, haber si en el juego, me adhiero a una enfermedad contagiosa. ¡Haber si no me muero con la cabrona!

Otro día sin dormir!




Tengo cuatro días sin conciliar el sueño como la gente. Cinco días en que una sombra me pellizca para no poder dormir en paz. Cinco días levantándome de mi cama, de mis angustias y de mis recuerdos a las nueve de la mañana; cinco días fatales en que mi cara se alarga con unas ojeras que caen hasta la mueca mal formada de un intento de sonrisa. Y sin embargo, cuando amanece, el día cambia y yo soy otra, capaz de resolverle los misterios al mundo. Creo que el único problema es este cuarto, y esta alcoba en donde un día nos amamos.


(Riéndome de mí misma)

Pernoctar

Impalpable, tu aroma se introduce en mi asfixia hasta licuarme el pecho. El gas del veneno me corrompe la naturaleza. Mis pupilas se extienden a la locura, y la sonrisa se me ensancha maniática en el rostro.

Tu ávido recuerdo ha devorado mi corazón, y ahora sólo subsistiré arrancando ánforas palpitantes con las ganas desgarradas de olvidarte. Ya he perdido los últimos vestigios de humanidad: no tengo nada con qué retenerla.

Desprovista de toda oportunidad, me marcho a las tinieblas como un ser ruin, semi-monstruo, anudándome en el caparazón de las infamias, en que otros espectros se refugian hasta la demencia: nuestra nobleza fue depurada.

martes, 15 de diciembre de 2009

Contratista



Quiero regalarte esta fantasía tan completa en la que estás a mi lado y todo es maravilloso. Con ello, al marcharme, te ofertarás en este mundo como la resurrección de una eterna pesadilla, en la que la soledad se te insertará como un escalofrío permanente.



lunes, 14 de diciembre de 2009

Poseída por la música



Paría, hijo de desterrados musicales, has creado tu propia sociedad subterránea. Tumultos catastróficos de vibraciones aspiran mi integridad. Comprendo el sensacionalismo, pero no puedo anteponerme a esta absorción de conciencia: es sólo música. (Realmente música)

El corazón se ve roído por tarántulas y se hormiguea en las zigzagueantes vibraciones de un espíritu corrosivo. Se torna sensual, veo la seducción entre los graves y las percusiones; se besan exquisitamente en dirección al clímax... Ofrezco mi gratitud a la bendita ignorancia, a la sinceridad de la pieza en que me entrego sin conciencia plena.

La guitarra va abriendo sus poros a la asfixia de este suculento orgasmo, mantiene una tensión que me eleva a la densidad, me encuentro por completo sumergida en esta viscosa melodía; se pone al límite de la muerte: con ella desfallezco yo. Entreno la respiración entrecortada, gemidos, tensión y distención (si existe algo parecido) para el sexo primordial...

Le hizo un oral a ese bajo ¡Lo juro!

Tus juegos son un ritual de preparación del paso al artista. Tocas tu instrumento y te vuelves en él un semidiós. Soy especial por conocer este otro rostro del que emerge tu contrato con la vida: con la pasión. Mi corazón late aprisa. Estás ahí, sembrado sobre un mundo desconocido para mí, con una imagen completamente seductora. La llamarada del rock (esa de la que se habla tan vulgarmente) esa, intempestiva, te enciende el pulso y lo transformas en movimientos inverosímiles.

Quiero gritarte privacidad, exigirla a la primera provocación. Amo la entrega en la que se te enciende el arte como luz primera. Te veo ahí, en tus ganas corroídas por la ansiedad, dispuesto a entregarte en la parafernalia a tu disciplina. Las luces están sobre tu cuerpo, y creces infinito en el fenómeno estético. Eres uno con la melodía, instrumento privado para los fines réprobos de la tercera musa. Estoy aquí para ver el momento de la histeria final, esperaré el momento con morbo terreno.

...

Mi espacio se abre al infinito y tu imagen se me vuelve inalcanzable;
voy en la ingrávida presencia de una promesa que nunca existió,
visualizo la ausencia de un beso húmedo
que se ahogó en el boulevard de los sueños rotos
y se fue alejando en el tráfico de una última llamada.


Arropo nuestro universo privado con recuerdos
que se distancian con rapidez
y lleno de deseos truncados
el ataúd de un amor alienado.

Termino la frase del delirio
para acechar con experiencia constante
la dolorosa sensación de nuestro pasado.

Y te extraño, sólo eso.

Ahora, en tu ausencia, el recuerdo me ha robado el nombre. ¿Cómo me llamo?, ¿acaso preguntas por mí? No lo sé, cada noche tendré uno distinto.